
Reflexión sobre la capacidad de Escuchar, el Tiempo y la Vida
En un mundo que parece siempre apresurarse, la verdadera paz está en detenerse, escuchar y contemplar. La prisa nos aleja del presente, y solo en la quietud encontramos la esencia del tiempo y de la vida misma. Jesús nos invita a dejar de lado nuestras preocupaciones y confiar en Su victoria, para que podamos vivir con propósito y gozo.
En los tiempos que vivimos, se ha trastornado nuestra capacidad de escuchar. Todos quieren hablar, ser vistos y oídos, pero pocos quieren verdaderamente escuchar. Este fenómeno no es una casualidad, sino el resultado de un sistema social y económico que nos impone una personalidad sin que lo notemos. Así, nuestros días se nos escapan como agua entre las manos, atrapados en un mar de ruido y distracción. Hace unos días reflexionaba sobre la virtud de estarse quieto, una virtud profundamente conectada con la capacidad de escuchar. Escuchar surge de un temperamento tranquilo, una templanza heroica que nos permite contemplar atentamente lo que sucede a nuestro alrededor.
El Aroma del Tiempo
Byung-Chul Han, en su obra El aroma del tiempo, nos ofrece una crítica profunda a la pérdida del sentido del tiempo en nuestra sociedad. La aceleración y fragmentación temporal, impulsadas por el capitalismo y la tecnología, han despojado a las personas de una experiencia coherente y significativa del tiempo. Nos encontramos en una cultura de hiperactividad y multitarea, que nos priva de los momentos de calma y contemplación.
Pensamos que controlamos el tiempo, pero esa es solo una ilusión. Nos movemos más rápido, creyendo que así aprovecharemos más la vida, pero en realidad estamos perdiendo los momentos que dan verdadero sentido a nuestra existencia. Antes, una canción, un anuncio o una historia permanecían en nuestra memoria por años; hoy, todo se vuelve efímero. Es extraño cómo esta generación parece más interesada en “haber sabido” que en saber realmente, en vivir el presente.
¿Hacia Dónde Vamos?
Es vital preguntarnos: ¿Hacia dónde nos lleva tanta prisa? Nos hemos dejado llevar por una urgencia que ni siquiera comprendemos completamente. La vida no se mide por la cantidad de cosas que hacemos, sino por esos pequeños momentos en los que verdaderamente somos. Son esos instantes en los que nos conectamos profundamente con lo que hacemos, en los que reconocemos el milagro de la vida, un regalo inexplicable que solo podemos recibir con gratitud. En esa pausa encontramos la esencia de vivir conforme al propósito divino.
La Bíblica: Reflexión sobre la Prisa
La Biblia nos recuerda que no podemos añadir ni un solo día a nuestras vidas con la prisa. Jesús nos enseñó a vivir confiados, recordándonos que las flores del campo y los pájaros no se preocupan por lo que vendrá, sino que viven libres y felices, sin el peso de la preocupación por el mañana. Nosotros, sin embargo, nos apresuramos, pensando que así podremos evitar el tiempo, cuando en realidad lo estamos perdiendo. En medio de nuestras aflicciones y ansiedades, Jesús ya ha vencido al mundo, y eso es lo que debe darnos paz. Como dice el poeta Rumi: “Escucha el susurro de Dios en el silencio de tu alma”.
Ora y Decide Cambiar
Es tiempo de detenernos y reflexionar. Propónte hacerlo varias veces al día. Ora, pide a Dios que guíe tus pasos, que te ayude a vivir con calma y propósito. Respira profundamente y siente la libertad de hacer lo correcto. Recuerda que lo correcto siempre está alineado con el amor, la libertad y la paz interior. Al parar, al detenernos y hacer una pausa, encontramos que el verdadero valor de la vida no está en la prisa, sino en la presencia.
Entonces Lucha todos los días.
La lucha es constante, pero no estamos solos. Jesús ya ha vencido al mundo y nos invita a seguirlo, a tomar nuestra cruz y avanzar con esperanza. Cada día tiene sus retos, pero también sus bendiciones. Lucha cada día con confianza, sabiendo que la recompensa es grande. Que Dios te bendiga en tu camino y te guíe hacia la verdadera plenitud, una plenitud que solo se encuentra cuando decidimos vivir conscientemente y sin prisa.
¡Que tengas un feliz y bendecido resto del día!